Buscando a Tintín 2: cultura Happy Meal AD HOC

Buscando a Tintín 2: cultura Happy Meal AD HOC

Cuando el verano pasado me encontré con la imagen destacada de este artículo en el espacio urbano francófono del Hexágono, me quedé atónito, estupefacto, pasmado, asombrado, boquiabierto, patidifuso, patitieso (no sé si me queda algún sinónimo más por nombrar). En un principio creí que era una creación infográfica de algún artista provocador al estilo de lo que José Rodolfo Loaiza Ontiveros hace con los personajes de Disney, pero no, ha resultado ser lo que está siendo: la burda manipulación comercial en línea gruesa del imaginario de Tintín para vender más hamburguesas MacDonald’s al mismo tiempo que se promociona la traducción intersemiótica de Tintín realizada por Spielberg.

En el número 65 de la avenida Albert Giraud, entre el boulevard Lambermont y la avenida Huart Hamoir, cerca de la estación, Bob Delvigne regenta un restaurante desde 1991 en la ciudad belga de Schaerbeek donde toda la decoración del local está pensada para la mayor gloria de las aventuras de Tintín: multitud de reproducciones de los personajes en las paredes; obras originales de artistas que reinterpretan de forma personal el imaginario de Tintín; objetos de todas las formas y de todos los tamaños. Vamos, que el local resulta ser todo un homenaje a la obra de Hergé. ¡No hay ninguna falsificación! Todo es «auténtico y original». Pues bien, hete aquí que tras el envío de una carta fechada el 23 de agosto, representantes de Moulinsart SA, herederos de Hergé, se presentaron en el local para exigir la retirada, en dos meses, de todo lo que no llevara la pegatina que ellos mismos se encargaron de colocar en los objetos que sí podía seguir exhibiendo Bob Delvigne en su local.

No es la primera vez que tintinófilos, incluso de renombre, reciben los ataques furibundos de Moulinsart S.A. amenazando con acciones judiciales. En un comunicado, Nick Rodwell, presidente de Moulinsart S.A., y Fanny Vlamynck, pareja de Nick y viuda de Hergé, expresaron que Tintín ne peut être exploité par n’importe qui et pour n’importe quoi («no puede ser explotado por cualquiera y para cualquier cosa»). Algo frustrada por no poder decidir nada desde que Spielberg compró todos los derechos de explotación, a Moulinsart S.A. no le parece suficiente con limitarse a cobrar los royalties de cada producto derivado y ha decidido emprenderla con alguien que lleva 20 años homenajeando a Tintín.

Y yo me pregunto: ¿acaso una hamburguesa no es «cualquier cosa»?, ¿puede haber algo más prosaico que una Big Mac? Ah, claro, se me olvidaba que estamos hablando de toda una multinacional de la restauración rápida, McDonald’s, a la cual Paramount y Columbia, sin olvidar Sony, la distribuidora oficial de la película de Spielberg, le han autorizado a reproducir los personajes de la película en juguetes para regalárselos a los niños cuando compran su Happy Meal. No si, al final, resultará que los traductores debemos dar las gracias a McDonald’s porque, al querer presentar en papel, plástico y cartón las aventuras de personajes infantiles y juveniles de las películas que se estrenan en los cines, aumenta el volumen de encargos de traducción y paratraducción de la literatura infantil y juvenil. La verdad es que, vista la brevedad de los textos editados (breves descripciones, la típica frase de advertencia legal de juguetes aptos para mayores de 3 años, etc.) uno puede pensar que se debe de exigir un nivel ínfimo de profesionalidad para-traducir todos esos salvamanteles, embalajes alimentarios, carteles, pancartas y entidades iconotextuales compuestas por los juguetes fabricados en China que llenan las cajas de los Happy Meal en 33 lenguas cada vez que la factoría Walt Disney o, en este caso, Spielberg, estrena una nueva película. En Chaves (Portugal) llegué a fotografiar la escultura del propio Ronald McDonald ataviado con sus colores de siempre (el rojo y el amarillo han sido los colores emblemáticos de McDonald’s durante tres décadas en Europa. Poco a poco, el color rojo está despareciendo de los restaurantes para ceder paso al color verde. ¿Por qué será?) para presentar, en su particular vitrina y con los brazos cruzados, la paratextualidad publicitaria de la traducción intersemiótica de Tintín realizada por Spielberg.

No se exigirá nivel en el texto de los Happy Meal, de acuerdo, pero nadie puede negar que hay una cierta China Quality en la reproducción «fiel, exacta y fidedigna» (casi como si de una traducción jurada se tratara) del imaginario de la película de Spielberg. Los personajes de Hernández y Fernández (Thomson y Thompson en inglés), por ejemplo, llevan pintados los bigotes con esos pequeños detalles que Hergé dibujó en el cómic y que Spielberg no ha olvidado retomar en su película para diferenciar a Dupond (bigote recto en forma de letra “D” inclinada con la forma redondeada hacia arriba… puntas caídas) de Dupont (bigote retorcido por las puntas adoptando la forma de letra “T” invertida, es decir, puesta boca abajo… puntas levantadas). Ahora bien, si miran atentamente, comprobarán que los bigotes de los Dupondt de los juguetes Happy Meal que publicitan la película de Spielberg no son los mismos que dibujó Hergé sino que han sido reinterpretados à la chinoise: concretamente, el doble «corte chino» de las puntas retorcidas del bigote de Dupont jamás aparece en las aventuras de Tintín dibujadas por Hergé. De hecho, las puntas no tienen nada que ver ya que Hergé las dibujó siempre levantadas y aquí aparecen finalmente caídas con el «retoque chino».

Es cierto que, en la traducción intersemiótica de Tintín que realiza el Rey Midas de Hollywood, los bigotes de los Dupondt «respetan» el dibujo de Hergé, eso sí, siempre con «línea muy gruesa», como si los actores se hubiesen puesto ciegos de corticoides para poder llevar a cabo la famosa motion capture. Ahora bien, al espectador de la película de Spielberg le resulta imposible averiguar que los Dupondt son policías belgas: los decorados «neutros» de la película sitúan a los personajes en una ciudad europea genérica donde, al lado de una agencia de viajes rotulada en francés (Agence de Voyage), aparece una tienda de animales rotulada en inglés (Pet Shop) como también lo está la dirección de los muelles del puerto de la ciudad creada por ordenador: Docks. Si a esta grave falta de «localización» le añadimos los retoques made in china de los juguetes, no sé yo si la cultural Happy Meal AD HOC permitirá a los espectadores de la película de Spielberg llegar a interpretar, algún día, el sentido que tienen estos «falsos gemelos» en las aventuras de Tintín.

El propio Hergé confesó en su día que los Dupondt representaban a su padre y a su tío, pero muchos lectores nos preguntamos, desde siempre, por qué llevan apellidos diferentes, entonces. A quienes traducimos e interpretamos, siempre nos ha inquietado la omnipresencia del calambur involuntario, los lapsus y los malentendidos del lenguaje de los Dupondt que provienen de su tendencia a interpretar lo que oyen y lo que ven AD PEDEM LITTERAM hasta límites que rozan siempre lo absurdo. Creo sinceramente que el sentido de todas esas caídas, esos tropiezos, esas torpezas y demás acciones al revés de los Dupondt son una metáfora de la permamente falta de comunicación que se produce, inevitablemente, cuando no se sabe (o no se quiere) traducir al Otro y quien debe traducir se limita a interpretar «literalmente» lo que oye y lo que ve, sin plantearse nunca escuchar y mirar para poder interpretar antes de traducir. Dupond y Dupont hablan y hablan entre ellos, siempre en el mismo idioma (el francés), pero sin crear nunca ningún «puente» (du pont) de comunicación, tal y como ocurre en Bélgica desde hace décadas porque dos lenguas, dos culturas (la valona y la flamenca) no quieren entenderse a pesar de formar, juntas, toda una nación. Para todos aquellos tintinófilos que piensan que acabo de franquear los límites de la interpretación con mi visión de los Dupondt convirtiéndolos en símbolo de la doble identidad de Bélgica (Walona y Flamenca), he encontrado el vídeo de un espectáculo que ilustra a la perfección mi interpretación. Se trata de un sketch, titulado Clichés des dupondt, que pertenece al espectáculo Sois Belge et tais-toi, épisode 2006 de los hermanos André et Baudouin Rémy. Mira tú qué casualidad, estos cómicos llevan el mismo apellido que el creador de Tintín: Rémy_Georges Rémy > Rémy, Georges > RG > Hergé.

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