Supongo que con las tres entregas anteriores de esta serie, habrá quedado claro que desde la perspectica de la paratraducción como paradigma, los videojuegos no son sólo un fenómeno social sino que constituyen la nueva encrucijada en la que se basa la nueva definición de nuestra relación con la imagen. El éxito de cualquier videojuego reside, precisamente, en conseguir la impresión, siempre extraordinaria, de estar «dentro de la imagen». Los videojuegos que triunfan en el mercado son aquellos capaces de transmitir la sensación de estar «inmerso dentro de la imagen» cuando uno juega. El traductor debe demostrar a la compañía de videojuegos que es capaz de leer e interpretar dicha sensación de estar «envuelto por la imagen» para-traducirla en la versión finalmente editada de su traducción. Una excelente traducción de videojuegos es aquella que ha sabido transmitir la sensación de estar «bañado por la imagen» hasta tal punto de que el usuario final no pueda ignorar la invitación de «habitar la imagen». ¿Se consigue ese objetivo traduciendo Loftwing por Pelícaro?