El Primero de Mayo de 2020

El Primero de Mayo de 2020

Nueva web, nueva etapa en mi Blog T&P

Por mucho que, como docente e investigador en traducción e interpretación, haya seguido con mi actividad de transferencia de conocimiento practicando la divulgación científica con el trabajo de elaboración de mis artículos publicados en mi Blog de investigación francófono titulado Sur les seuils du traduire y editado en la plataforma multilingüe Hypothèses, ya han pasado demasiados años desde que escribí el último artículo de mi Blog de investigación T&P redactado en español y editado aquí, en mi web profesional, docente e investigadora. Así que, he decidido estrenar el nuevo diseño de mi web (que, por cierto, en esta nueva etapa que empiezo hoy, en pleno confinamiento, he rebautizado Yuste-it) con este nuevo artículo cuyo título –El Primero de Mayo de 2020– recoge la fecha de la conmemoración del día de hoy: el Día Internacional de los Trabajadores.

¡Uy, vaya, pues sí que empezamos bien el estreno de esta nueva etapa en mi Blog T&P… acabo de escribir en «masculino neutro»! ¿¡Será porque vivimos tiempos de mascarillas y me he dejado llevar por el supuesto «error» ancestral de la perpetua y omnipresente máscara del «masculino genérico» de las lenguas románicas tan elocuentemente dibujada por la ilustradora feminista Diglee (Maureen Wingrove) en esta ilustración publicada en el n.º 14 de febrero de 2019 del Nouveau Magazine Littéraire para-traducir en imágenes las palabras del artículo de Éliane Viennot titulado, muy precisamente, Cherchez l’erreur. Ce qui a été tricoté pour renforcer la suprématie masculine peut être détricoté pour favoriser l’égalité!?

¿Acaso debería (de) incluir también el femenino separándolo de forma nítida y clara del masculino y así escribir el día que se celebra hoy usando la barra oblicua «Día Internacional de los/as Trabajadores/as» o «Día Internacional de las/os Trabajadoras/es»… o debería (de) unir el masculino y el femenino con la conjunción copulativa en un alarde de presencia igualitaria de los dos géneros en la escritura «Día Internacional de los Trabajadores y de las Trabajadoras» o, mejor, primero el femenino y, luego, el masculino «Día Internacional de las Trabajadoras y de los Trabajadores»… o debería (de) usar el signo de la arroba tan criticado en diferentes manuales de lenguaje no sexista y escribir «Día Internacional de l@s Trabajador@s»?; ¿y si me atrevo con la escritura impronunciable que no hace sino dejar en una permanente incógnita la identidad de género tras intentar eliminar un elemento de la lógica binaria del sistema de las lenguas románicas tachándolo con una (x) y escribo «Día Internacional de lxs Trabajadorxs»?; aunque para-traducir una cierta neutralidad en la escritura, ¿nada mejor como la escritura no binaria de «Día Internacional de lesTrabajadores»? No sé… bueno, sí sé, pero mis explicaciones filológicas sobre qué polisistema(s) y, sobre todo, qué norma(s) se aplica(n) a la hora de traducir la escritura no sexista en la era global de la desconstrucción permanente de la identidad me las reservo para una o varias publicaciones científicas. Por poner tan sólo un ejemplo aquí, diré que el análisis de sólo la presentación paratextual de las 55 páginas del PDF titulado Guías para el uso no sexista del lenguaje y publicado por el Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad del Gobierno de España, ofrece materia y corpus de reflexión crítica suficiente para avanzar en la línea de investigación Mestizaje, identidad y traducción del Programa Doctoral Internacional en Traducción & Paratraducción (T&P) de la Universidade de Vigo. En efecto, entre «guías», «manuales», «estudios», «recomendaciones» y «buenas prácticas», el listado del susodicho PDF contiene más de cien publicaciones que muy bien podrían ser objeto de todo un capítulo en la redacción de un tesis doctoral dedicada a analizar la suma importancia de la paratextualidad para-traducir la identidad en el Estado español. Tesis doctoral que, dicho sea de paso, me encantaría dirigir en nuestro Doctorado T&P de la UVigo. Aquí quedan registradas, pues, tanto mi idea original de tesis doctoral como su correspondiente propuesta de dirección.

Ortotipografía braquigráfica para-traducir

Lo que sí adelantaré –HIC ET NUNC– de esa posible investigación es que hoy, 1 de mayo de 2020, las dos principales organizaciones sindicales de España han solucionado la dificultad de ser «políticamente correcto» en la escritura de la festividad obrera asimilando y reduciendo el sujeto (la persona que trabaja) al objeto (el trabajo) en el texto de su comunicación publicitaria –que reza textualmente: Trabajo y servicios públicos: otro modelo social y económico es necesario– para-traducir en el paratexto de la misma (concretamente con un peritexto icónico en blanco y negro, por cierto) los dos sexos dibujando dos siluetas con máscaras, una masculina y la otra femenina, tras la ambigua escritura de la cifra del número 1 que las separa como para mantener la distancia social a la que nos ha obligado vivir la pandemia del Coronavirus COVID-19. Y digo que la escritura de la cifra del número 1 es ambigua porque en ella puede leerse tanto el cardinal «1» como el ordinal «1.º» al estar magnífica y veladamente puntuada la forma abreviada ordinal gracias a la magistral elección de la tipografía de la letra «y». En efecto, la letra «y» cumple dos funciones:

  • Por una parte, ser la inicial de la primera persona del singular que gramaticalmente parecen publicitar hoy más los sindicatos (ese «yo» que desvela el inconsciente colectivo de quien escribe así de separadas las dos sílabas de la palabra «mayo»), en lugar de la primera persona del plural que está en el origen obrero de la festividad del Primero de Mayo (el «nosotros»)
  • Por otra, dibujar con su parte inferior izquierda el punto abreviativo en la escritura correcta de la cifra ordinal «1.º» cuyo uso obligatorio en español debemos recordar, cada curso académico, a nuestro alumnado de Revisión y corrección de textos de la titulación en Traducción e Interpretación (T&I) de la Universidade de Vigo (UVigo). Lástima que en la firma al pie de este cartel publicitario de UGT y CCOO la escritura de la cifra ordinal sea incorrecta.

Para nuestro alumnado de la titulación en T&I de la UVigo publicamos, en su día, un artículo en la revista Viceversa. Revista Galega de Tradución donde dejamos muy claro que, a la hora de formar las abreviaturas en la lengua francesa, ocurre lo contrario que en la lengua española. El punto abreviativo no siempre es obligatorio en francés, sólo lo es en los casos en que la última letra de la palabra abreviada forma parte de la abreviatura, como es el caso de la escritura del ordinal que nos ocupa: 1er Mai. En cuanto al uso de un estilo no sexista en la lengua, cabe mencionar aquí que en Francia las personas confinadas, que no las personas que trabajan, son convocadas a distintas formas de manifestación para este Primero de Mayo de 2020 usando el punto medio o alto (point médian o point du milieu en francés; punt volat o punt alçat en catalán; punt interior en occitano; etc.) en la escritura inclusiva de la palabra francesa confiné⋅e⋅s. Aunque si nos fijamos bien, lo que se ve tipográficamente en este cartel no es, precisamente, el signo del punto medio, es decir el punto situado aproximadamente a media altura de las letras mayúsculas (), sino el signo del punto ordinario, es decir, el signo de puntuación situado en altura baja (.) que se utiliza para indicar gráficamente el fin de una oración o período o bien que una combinación de letras está usada como abreviatura.

Las personas que usan el point médian en francés dicen haber tomado este grafismo especial de la lengua catalana, concretamente de la escritura de la ele geminada presente en palabras catalanas como gorilla, libéllula o aquarella. No sé si son conscientes de que antiguamente, en el sistema puntuario de Aristófanes, el punto medio () equivalía a nuestra coma (,), y de que, actualmente, en griego el punto medio equivale al punto y coma (;), mientras que el punto y coma, en ese idioma, equivale al de interrogación. Pequeños detalles de la cultura tipográfica dirán algunos, pero que hay que tener muy cuenta para-traducir de forma correcta la tipografía de un idioma a otro.

Simbología del triángulo rojo invertido

Presentada la forma, vayamos al fondo de nuestro artículo. Fue en 1889, durante el Congreso Internacional Socialista celebrado en julio en París, cuando se declaró el Primero de Mayo como una jornada de manifestación en homenaje al movimiento de Chicago ocurrido tres años antes al otro lado del Atlántico. El objetivo en Europa seguía siendo el mismo que el perseguido en Estados Unidos: conseguir la jornada laboral de ocho horas en una época, el siglo XIX, en la que se podía obligar a una persona a trabajar más de dieciocho horas. Al año siguiente, las personas que se manifestaron en París el 1.º de mayo de 1890 lo hicieron con un triángulo rojo invertido de cuero en el ojal de la chaqueta con la inscripción 1er mai, 8 heures de travail para-traducir con la imagen de los tres lados iguales del triángulo equilátero rojo su triple reivindicación, una en cada lado y punta del triángulo: 8 horas de trabajo, 8 horas de sueño y 8 horas de ocio.

Durante la manifestación del 1.º de mayo de 1891 en Fourmies, una pequeña ciudad del norte de Francia, el ejército disparó sobre una muchedumbre de manifestantes con el triste balance de diez muertos. Con el fin de conmemorar la sangre derramada en tan triste jornada, el triángulo rojo invertido fue reemplazado, progresivamente, primero, por la flor de la rosa canina o rosa silvestre escarlata que abunda en el norte de Francia y, finalmente, por la amapola.

La jornada de 8 horas no se votó hasta después de la Primera Guerra Mundial, concretamente el 23 de abril de 1919 y tras enormes esfuerzos de las fuerzas sindicales como se puede apreciar en este cartel de propaganda de la sección de la CGT francesa, Union des Syndicats Ouvriers de la Seine, a favor de la aplicación de la ley de las 8 horas.

Durante la ocupación alemana de la Segunda Guerra Mundial, al mariscal Pétain, jefe del gobierno francés de Vichy de julio de 1940 a agosto de 1944, no le gustaba mucho ni la flor de la rosa canina escarlata ni la amapola del Primero de Mayo porque eran flores demasiado de izquierdas, demasiado proletarias, demasiado revolucionarias, demasiado «rojas». Y para minar la fiesta emblemática del movimiento obrero que, por cierto, rebautizó el 24 de abril de 1941 como «Fiesta del Verdadero Trabajo y de la Conquista Social», sustituyó el color rojo por el color blanco del muguete para simbolizar el Primero de Mayo. Curiosa y elocuente transición simbólica del color rojo al blanco que trataremos en próximos artículos de este blog editados para-traducir la simbología de los colores. De momento dejamos aquí el cartel de propaganda de la CGT francesa editado para el día de hoy, 1.º de mayo de 2020, con el fin de que el lector pueda contemplar cómo todo el diseño del mismo gira en torno a la imagen del color blanco de la flor del muguete instaurado por el gobierno francés de Vichy, colaboracionista con la ocupación nazi de Francia.

Pero sigamos con nuestra lectura, interpretación y paratraducción del triángulo «rojo». Hoy en día, cuando se ve el triángulo rojo invertido ya casi nadie piensa en la importancia que tuvo esta gran conquista social de las 8 horas laborales que hemos mencionado más arriba, porque el triángulo invertido rojo ya no se usa para-traducir la mayor y más importante conquista laboral de los sindicatos a favor de todas las personas que trabajan. Esta ausencia casi total de la primera y genuina interpretación original en la paratraducción del triángulo rojo invertido decimonónico se ha producido porque, en el siglo XX, una mentes enfermas y demoníacas se apropiaron del símbolo del triángulo rojo invertido para manipularlo y otorgarle un significado tan ignominioso como criminal (tal y como hicieron también, dicho sea de paso, con el símbolo de la esvástica). En efecto, en los campos de concentración, el triángulo rojo invertido se convirtió en la marca que se cosía en la vestimenta a rayas de los prisioneros políticos que se oponían a la ideología nazi. Comunistas, resistentes y objetores de conciencia llevaban el triángulo rojo invertido para distinguirlos de los otros tipos de prisioneros deportados a los campos de exterminio: los homosexuales (triángulo rosa invertido), los gitanos (triángulo marrón invertido), los apátridas (triángulo azul invertido), los asociales (triángulo negro invertido), los que simplemente infringían la ley del derecho común (triángulo verde invertido), los testigos de Jehová (triángulo morado invertido) y los judíos (triángulo rojo invertido superpuesto sobre un triángulo amarillo no invertido para los presos políticos judíos y la estrella de David amarilla para todos los judíos).

En 2008 se creó la asociación belga llamada Les Territoires de la Mémoire responsable de la iniciativa de la campaña difundida por toda Europa de llevar el triángulo rojo invertido para manifestar la resistencia a cualquier régimen totalitario, dictatorial o fascista y no sólo al régimen genocida nazi que provocó la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto. Desde que empezó esta campaña belga del «Triángulo Rojo» ha habido una reapropiación ideológica del símbolo manipulado por los Nazis para que su interpretación actual regrese, aparentemente, al imaginario de los orígenes ideológicos de la izquierda política en el que surgió durante la manifestación del Primero de Mayo de 1890. Pero no ha sido así. La susodicha asociación belga que preconiza en su lema que, para que nunca más vuelva a repetirse la historia, hay que ser conscientes de que los actores de la historia somos cada uno de nosotros, afirma en su web que llevar hoy el Triángulo Rojo es demostrar, públicamente, que uno participa en el «cordón sanitario ciudadano para resistir a las ideas que amenazan nuestras libertades fundamentales […] en una acción ciudadana por una sociedad libre, democrática y solidaria». Y es, precisamente, para-traducir ese sentido de resistencia antifascista por lo que exhibieron el pin del triángulo rojo invertido en sus respectivas chaquetas (aunque no precisamente en los ojales de las mismas) el Vicepresidente segundo y el Ministro de Consumo cuando prometieron sus cargos como miembros del gobierno de España ante el Rey Felipe VI.

Ahora bien, en ninguna de las entrevistas concedidas aquel día de promesa del cargo, el 13 de enero de 2020, se hizo referencia alguna a la interpretación original del triángulo rojo equilátero invertido del Primero de Mayo francés: el reparto equitativo de las 24 horas del día de la persona que trabaja (8 horas de trabajo, 8 horas de sueño y 8 horas de ocio). Han pasado casi cuatro meses desde la toma de posesión del nuevo gobierno de izquierdas de España y es cierto que, desde el 14 de marzo de 2020, estamos en un estado de alarma en el que la economía del país se ha paralizado porque vivimos en confinamiento. Pero no se oye mencionar a ningún miembro del gobierno que lucía en su día el tríangulo rojo que el «teletrabajo» ha aumentado enorme e injustamente las horas laborales a todos los que trabajamos con pantalla. Estamos trabajando mucho más que 8 horas con el teletrabajo. Si bien es cierto que en algunos sectores productivos, como la propia Universidad pública, llevamos practicando desde hace más de dos décadas el teletrabajo, «detrás de los mensajes optimistas que señalan que nos hemos adaptado a la nueva situación con rapidez, hay horas extra no remuneradas, ansiedad y problemas de gestión». Un solo ejemplo como botón de muestra: en pleno estado de alerta, estos dos últimos días del mes de abril estuvimos en reunión por videoconferencia más de 5 horas miembros de mi departamento de Traducción e Interpretación de la Universidade de Vigo para redactar no uno sino varios «escritos» de respuesta urgente que justificase y acreditase la necesidad de seguir manteniendo la oferta de plazas de traducción e interpretación en la combinación Francés-Galego-Francés en nuestra titulación, ante la supuesta voluntad de la Xunta de Galicia de eliminarla. A esas horas extra vespertinas y nocturnas trabajadas, hay que sumar las mucho más de 8 horas diarias que dedicamos a preparar nuestras aulas virtuales; realizar correcciones telemáticas de todos los ejercicios y encargos de traducción telecargados en la plataforma faiTIC de la UVigo; mantener el contacto con nuestro alumnado por correo electrónico y por una cuenta de red social; solucionar problemas técnicos de conexión de inmediato para seguir dando la clase desde otra plataforma de videoconferencia no comprada por la UVigo pero cumpliendo siempre con el horario oficial; investigar, preparar la documentación, redactar y editar este artículo para una nueva publicación de transferencia del conocimiento que se supone debería hacer quien imparte docencia en la Universidad pública, etc. Que alguna personas tengamos vocación de servicio público no debería implicar, por parte de quien nos paga la nómina, aprovecharse de que, como amamos lo que hacemos, nunca contemos las horas que le dedicamos a ejercer nuestra función pública: quand on aime, on ne compte pas ! Pero tenemos «suerte», dirá mucha gente, porque tenemos trabajo y con la cantidad de ERTE que hay el funcionariado público no se puede quejar… y mucho menos protestar.

Vamos a ver, es cierto que quienes tenemos la «suerte» de teletrabajar en tiempo de confinamiento no podemos salir a la calle a manifestarnos este 1.º de mayo de 2020, pero que en la mente de la ciudadanía pulule el pensamiento de que ninguna persona que teletrabaje hoy puede protestar, por mucho que se vulnere sus derechos laborales, es un síntoma claro del estado totalitario al que nos dirigimos cuando salgamos del confinamiento. Un estado en el que la libertad de manifestación se nos seguirá prohibiendo, como hoy, por causa de fuerza mayor como es la salud pública del país. Por supuesto que la salud es un bien, pero para justificar el confinamiento se nos está vendiendo la salud como «el bien supremo». Que la salud se convierta en el único valor que regule nuestra manera de vivir en sociedad y, sobre todo, la única brújula de las decisiones políticas de quienes nos gobiernan, me resulta, cuando menos, inquietante. A este paso vamos hacia un panmedicalismo que gestionará absolutamente todo en nuestras vidas desde el prisma exclusivo de la salud. Los nuevos totalitarismos no vienen armados y con cascos, sino de la mano de la inteligencia de datos servida en bandeja por el teléfono móvil e internet con los que estamos en permanente conexión y con los que nos van a controlar nuestros desplazamientos de forma permanente por el bien de nuestra propia seguridad sanitaria, dicen. Las pantallas parecen estar ayudando mucho a imponer una serie de restricciones a la libertad de la ciudadanía (tenga ésta teletrabajo o no). Quienes teletrabajamos con la pantalla todos los días sabemos que no se debe idealizar o diabolizar las pantallas: no son nuestras «enemigas», pero tampoco nuestras «amigas». Ahora bien, las pantallas no son tan sólo nuestra principal herramienta de teletrabajo, sino también nuestra única arma para practicar la Resistencia frente al estado totalitario de este siglo XXI. Traduciendo desde nuestros teclados e interpretando desde nuestras cámaras web, la (r)evolución digital late presente en los umbrales telemáticos de la jornada laboral de 8 horas… sí, no más de 8 horas, por favor –no olvidemos nunca el auténtico y primigenio origen del símbolo del Triángulo Rojo que acabamos de publicar en este artículo–. Una jornada laboral sana y eficaz que deberíamos practicar a diario en nuestro ejercicio profesional de la traducción e interpretación. A veces el latido de la (r)evolución digital parece dislumbrarse incluso hasta en el aparentemente intrascendente espacio transmedia de la traducción de los videojuegos. En efecto, en la docencia que impartimos en nuestro Título Propio de Especialista en Traducción para la Industria del Videojuego (ETIV) de la UVigo hacemos ver nuestro alumnado cómo, gracias a la paratextualidad omnipresente, hay videojuegos en los que algunas personas de lenguas y culturas diferentes son conscientes de que también cabe la posibilidad de manifestarse expresando la mayor de las libertades ciudadanas en tiempos totalitarios disfrazados de democracia: la libertad de expresión. Pero este tema de los videojuegos para-traducir la libertad de expresión en pantalla lo trataremos en un próximo artículo de este blog.

J.Y.F.

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