El juego del calamar: ¿poseditar no es traducir?

El juego del calamar: ¿poseditar no es traducir?

Para quienes nos dedicamos a enseñar a traducir e interpretar entre lenguas y culturas, las series de las plataformas digitales se están convirtiendo no sólo en objeto de estudio y análisis en nuestras investigaciones, sino también, y sobre todo, en perfectos ejemplos de todo lo que hay o no hay que hacer en el mercado profesional de la traducción audiovisual.

Utilizada como herramienta paratraductiva de la geopolítica del Soft Power —esa capacidad de influencia «suave» en el mundo globalizado con la que se arman los Estados para ejercer su poder— la serie surcoreana titulada 오징어 게임 / ojingeo geim, en inglés Squid game («El juego del calamar»), escrita y dirigida por Hwang Dong-hyuk, ha batido el record de estreno en la plataforma NETFLIX con más de 110 mil cuentas en el mundo siguiendo la serie en menos de un mes, muy por encima del estreno de La Casa de papel o Lupin, otros dos éxitos no americanos —el primero, español, y el segundo, francés— producidos por la plataforma estadounidense muy consciente del filón que supone invertir en contenidos audiovisuales genuinamente locales convertidos en universales gracias a la traducción.

Corea del Sur, con sus 50 millones de habitantes, ha sabido desarrollar unas industrias culturales con impactos planetarios: desde la K-Pop cuyo éxito viene asegurado por grupos como BTS capaces, con un marketing elaborado y sofisticado, de reunir 100 millones de personas ante el estreno de su último videoclip, hasta el cine de autor, como la película Parásitos de Bong Joon-ho, Palma de Oro en el Festival de Cannes en 2019 y ganadora de cuatro Premios Óscar, de los cuales. uno a mejor película y otro a mejor película extranjera. No está nada mal para un país que ha conocido la dictadura, una democratización progresiva y un potente desarrollo económico hasta convertirlo en la 11.ª potencia mundial. Todo empezó en 1997 cuando, durante la crisis asiática, Seúl decidió invertir en las industrias culturales. Cabe preguntarse cuánto ha invertido el Estado español en industrias culturales desde que tenemos crisis. Hoy, Corea del Sur es uno de los países mejor conectados del mundo, lo cual le otorga estar siempre un paso por delante en las manifestaciones culturas de la era digital hasta el punto de convertirse en uno de los gigantes del Soft Power en términos de influencia de sus industrias culturales, llegando a competir con China, el país vecino con una potencia económica mucho más importante.

La polémica ha surgido cuando se ha sabido que los subtítulos en español de la serie El juego del calamar no provienen de una traducción humana sino de una traducción automática poseditada. Que los subtítulos en español de lo que vaticino va a ser la serie más vista de todos los tiempos hayan sido el producto de una traducción automática poseditada plantea varias reflexiones sobre el presente y el futuro de la traducción. El uso de sistemas de traducción automática (TA) es algo totalmente normal en el mercado de la traducción profesional para cubrir las necesidades de un sector de la traducción y, sobre todo, de la localización en creciente demanda. Muchos proveedores de servicios de traducción (PST) y clientes se han dado cuenta de que, cuando el volumen del encargo de traducción es ingente, el uso de la TA puede llegar a suponer una solución aparentemente viable para traducir grandes proyectos de traducción que necesitan completarse en un período de tiempo muy corto o con un presupuesto reducido, es decir, cuando se tiene demasiada prisa o no se tiene dinero para pagar la calidad de una traducción humana. Las posibles ventajas de usar un sistema de TA son varias: los clientes pueden disponer de material traducido que no se podría haber conseguido de otra forma, los costes de traducción se pueden reducir y el lanzamiento de productos a mercados concretos, así como el flujo de información, se pueden agilizar. Por otro lado, los PST suelen creer que con sistemas de TA pueden conseguir lo siguiente:

  • mejorar la productividad de la traducción. Los PST parecen confundir cantidad con calidad
  • mejorar los plazos de entrega.  Los PST parecen no saber que la prisa es enemiga de la perfección.
  • seguir siendo competitivos en un entorno en el que los clientes exigen cada vez más el uso de la TA en la traducción. Los PST fingen desconocer que la calidad tiene un precio.

 

Que quede muy claro a todo el mundo, PST y clientes incluidos, que «no existe ningún sistema de TA que ofrezca un resultado que pueda considerarse equivalente al resultado de la traducción humana y, por tanto, la calidad final de la traducción aún depende de traductores humanos y, en consecuencia, de sus competencias en posedición». Y lo que acabo de poner en negrita y entrecomillado no lo digo yo (por eso lleva comillas) sino que lo dice la propia Norma UNE-ISO 18587:2020 titulada Servicios de traducción. Posedición del resultado de una traducción automática. Requisitos desde la introducción.

Antes de seguir, vaya por delante que no estamos en contra del uso de las tecnologías informáticas en la traducción profesional. De hecho, en el Máster en Traducción para la Comunicación Internacional (MTCI) de la Universidade de Vigo, Máster Universitario Excelente de la Xunta de Galicia, nunca nos han asustado las nuevas tecnologías porque sabemos que no sirve de nada declararse tecnófobo en la era digital si queremos que nuestro alumnado tenga un futuro profesional. Al contrario, hasta hemos montado todo un Congreso dedicado a las nuevas tecnologías aplicadas a la traducción y a la interpretación, a la enseñanza de las lenguas y al tratamiento automático de las mismas que tendrá lugar, íntegramente en red y a través del Campus Remoto de la UVigo, del 15 al 17 de diciembre: techLING2021-UVigo-T&P. VI Congreso internacional de lengua, lingüística y tecnología.

Que los subtítulos en español de la serie El juego del calamar de NETFLIX provengan de una traducción automática poseditada significa que se supone que el texto del guión para el subtitulado en español, ya traducido del coreano al inglés, se ha pasado por un programa de traducción automática (TA). A continuación, si realmente el proyecto de posedición hubiese sido profesional, el texto en español resultante de este proceso automático, que no «automatizado» (el término de «traducción automatizada» suele más bien usarse para hablar de herramientas como las memorias de traducción), donde, recordemos, no ha intervenido ninguna razón, memoria o imaginación humanas (nunca olvidemos que no es más que un producto generado por una máquina gracias a unos determinados algoritmos que sí han creado mentes humanas), debería haber sido revisado por una persona, generalmente un traductor, que no sólo se debería haber limitado a corregir el resultado de la TA sino que hasta podría haber vuelto a traducir algunos segmentos que estaba leyendo en su trabajo como poseditor, procurando hacer los ajustes oportunos para que lo finalmente redactado tenga algún que otro sentido cuando el espectador lea los subtítulos en español. Recordemos que el término de «segmento» en posedición hace referencia a toda unidad de texto generada por una aplicación informática con el fin de facilitar la traducción. Un segmento puede ser desde una oración, un encabezado o cualquier otra unidad mínima de significación como, por ejemplo, una frase, una palabra o hasta un solo carácter. Otro detalle importante de la posedición reside en que, aunque nadie niegue que la traducción, al ser una actividad esencialmente transtextual, implica siempre manipular multitud de textos en un solo encargo, desde un punto de vista puramente material de la materia prima con la que trabajamos en el mercado profesional, en posedición se considera que se trabaja con tres textos y no sólo con dos como hacemos en la traducción humana: el texto de origen, el resultado de la TA y el texto de destino final.

El principal escollo de la traducción automática poseditada reside en que los segmentos con los que se trabaja en TA son eminentemente textuales y casi nunca paratextuales. No tener acceso total al paratexto más importante de una producción audiovisual —las imágenes que desfilan en pantalla— repercute enormemente en la calidad del producto final tanto en el subtitulado como en el doblaje. Ocultada bajo la excusa de evitar filtraciones o piratería antes de los estrenos mundiales simultáneos, la nula consideración de la suma importancia de la paratextuaidad en todo proceso de traducción audiovisual y multimedia, provoca que se trabaje con guiones incompletos, materiales preliminares de baja resolución o con muchas marcas de agua. Con las «nuevas» tecnologías el hábito de traducir sin tener muy en cuenta los umbrales —los paratextos— del texto de partida parece convertirse en norma porque, a pesar de su omnipresencia en la edición original y en la edición traducida, se ha decidido, en aras de una supuesta mayor productividad (repito, la cantidad no es calidad), eliminar los paratextos en el proceso de traducción para el subtitulado o el doblaje, hasta el punto de no plantearse nunca la posible lectura e interpretación y correspondiente paratraducción de todos y cada uno de los paratextos por parte de quien traduce usando sistemas de TA. Y así pasa lo que pasa: la calidad de los subtítulos en español de la serie El juego del calamar de NETFLIX ha resultado ser algo decepcionante como así ha sido denunciado en los diferentes hilos de Twitter en España. 

Con el auge de la TA y la generalización del uso de las memorias de traducción, vivimos unos tiempos digitalizados de automatización y mecanización aceleradas de los procesos de la reescritura en la traducción profesional que hacen olvidar el papel esencial que juega la lectura, interpretación y traducción no sólo de los textos sino también, y sobre todo, de todos los paratextos, en el proceso de toda traducción, máxime cuando esta es audiovisual. Uno podría pensar que si se hubiese tenido acceso completo a los peritextos icónicos de las imágenes de las escenas en las que se desarrolla el primer juego del primer capítulo de la serie El juego del calamar de NETFLIX, cualquier miembro del equipo del proyecto de traducción y paratraducción —una traducción sin su correspondiente paratraducción jamás es una buena localización— hacia el español habría sabido que el juego al que se refiere el título del paratexto que presenta en pantalla, dentro de la plataforma (peritexto) en español, el primer episodio no debería haber sido traducido por «Luz roja, luz verde»,
sino, a lo mejor, por cualquiera de la larga lista de nombres que recibe ese juego infantil en español, según las distintas geolocalizaciones del uso de la lengua castellana tanto en la península ibérica como fuera de ella. He aquí unos cuantos ejemplos de dichos nombres (pero seguro que hay más, así que anímense a enviarme alguno que no aparezca en esta breve lista):
  • Escondite inglés (en Burgos, Zamora, León, La Rioja),
  • Zapatito inglés (en Valladolid)
  • Chocolate inglés Un, dos, tres pajarito inglés (en Navarra, Almería, Granada, Zaragoza, Huesca)
  • Pollito inglés (en Teruel, Sevilla, Córdoba y Málaga)
  • Palomita blanca es (en Asturias)
  • Palito inglés (en Murcia)
  • Pollito inglés o Gallito inglés (en Andalucía y la Comunidad Valenciana)
  • Patito inglés (en las Islas Baleares)
  • Caravana es o Un, dos, tres, caravana es (en las Islas Canarias)
  • Caravín, caraván (en el País Vasco y Cantabria)
  • Escondite inglés (en Galicia, Comunidad Valenciana y en Castilla-La Mancha)
  • Reloj, reloj (en Granada)
  • Picaparet (en Cataluña)
  • Patito inglés (en Jerez de los Caballeros)
  • Estrellita es o escondidas
  • Paloma blanca, paloma negra (en Galicia).
  • Cigarrillo 43 (en Argentina)
  • Chocolate STOP o bien Quesito STOP en Costa Rica.
  • Zorro astuto (en México y Colombia).
  • Un, dos, tres pan con queso en Panamá.
La cosa no es tan sencilla en la realidad profesional de la traducción audiovisual. Tal y como cuenta el actor de doblaje y traductor Jordi Navarro (Naro), en el caso del doblaje, sí se tuvo acceso a la producción paratextual de las imágenes (preliminares y finales). Ahora bien, como en el caso del subtitulado, también se trabaja con un guión en inglés que se convierte en el texto de partida (¿también producto de un sistema de TA?). «Cuando son series o películas en otro idioma, Netflix también incluyen un guion traducido al inglés. Lo hacen para agilizar; primero traducen ellos al inglés y luego lo pasan. Así yo tengo el guion en inglés y en el idioma original, además del metraje original», confiesa Jordi Navarro (Naro) que continúa afirmando que NETFLIX mandó un glosario con algunos términos que no se pueden tocar «a no ser que sea algo que en España suene especialmente mal». Uno de ellos fue, precisamente, el nombre del juego y del título del primer capítulo.
«En el caso de “Luz roja, luz verde”, creo que está bien así. En coreano no dicen eso, sino una expresión sobre una flor. Ahora es un elemento característico de la serie: si digo “luz roja, luz verde”, la gente ya sabe a lo que me refiero; si hubiera sido “el escondite inglés”, por ejemplo, hay muchas regiones donde se llama de otra manera»
El caso es que, en otras lenguas de distribución del mismo producto audiovisual, sí se tradujo de otra manera el primer juego que da título al primer episodio de la serie El juego del calamar a la lengua y cultura de llegada. Así, por ejemplo, en la producción paratextual que presenta, dentro de la plataforma NETFLIX, el primer episodio de la serie Squid game en francés se puede leer en pantalla esta «correctísima» traducción del paratexto más importante de un capítulo, el título: «Un, deux, trois, soleil».
En la versión doblada en español el juego del primer episodio no sólo se llama «Luz roja, luz verde», sino que el juego arranca en español con una cantinela totalmente inventada para esta «localización» española y que la voz de doblaje de la muñeca recita así: «Luz verde, ya puedes correr y parar». Solución mucho más que ingeniosa, vistas las constricciones en el margen de maniobra de quien dobla. ¿Puede haber mejor manera de transcrear el patrimonio de todo un imaginario infantil multilingüe a las circunstancias restrictivas y constreñidas que impone NETFLIX?
En el subtitulado en español se ha «poseditado» el texto inglés «Red Light, Green Light», producto de la TA, tal cual, aunque, eso sí, invirtiendo el orden de los colores. Uno no sabe muy bien si porque sólo se supo compensar la pérdida de las 8 sílabas pronunciadas en la versión original de la cantinela surcoreana con una especie de orden lógico racional de, primero, color verde para avanzar y, luego, color rojo para parar, propio de la simplista lógica binaria que fundamenta las estructuras antropológicas del imaginario estadounidense, como en el caso de la simbología americana del pulgar:
Evidentemente, el gestor de proyectos está en su pleno derecho de imponer que el producto de la TA va tan a misa que es intocable y, por lo tanto, puede decidir, perfectamente, titular el primer episodio «luz roja, luz verde». Ahora bien, consideramos que lo que no puede hacer un gestor de proyectos es ser incoherente y admitir, en la posedición del subtitulado en español del segundo episodio de la serie, el segmento «escondite inglés» en plena pantalla, cuando, en el episodio n.º 1, dicha expresión no aparece ni una sola vez. En efecto, la expresión «escondite inglés» aparece así, tal cual, en el subtitulado en español cuando el protagonista de la serie va a la Policía a denunciar la matanza de 200 personas que ha habido durante el primer juego, mientras en el audio en español se le oye, perfectamente, decir: «luz roja, luz verde».
 
Así que, como docente, investigador y profesional de la traducción y la interpretación, me ha alegrado mucho comprobar que, el pasado 13 de octubre de 2021, la Asociación de Traducción y Adaptación Audiovisual de España (ATRAE) publicase una nota de prensa expresando su malestar con la subtitulación al español de la serie El juego del calamar de NETFLIX en un Comunicado sobre la posedición del que citaremos el siguiente penúltimo párrafo:

 

Desde ATRAE urgimos a las plataformas a que hablen con sus proveedores para que dejen de utilizar la traducción automática poseditada y que confíen en el talento humano de los traductores, que es grande, abundante y la única manera de que las producciones de Netflix (o de cualquier distribuidora) lleguen a los espectadores con la calidad que merecen. Lo contrario solo lleva a unos resultados deficientes que, inevitablemente, desembocarán en una pérdida de reputación, clientes y dinero para las distribuidoras, un servicio deficiente para los usuarios y una precarización aún mayor del sector. Pan (duro y reseco) para hoy, hambre para mañana.

ATRAE es consciente de que, en la realidad del mercado profesional del siglo XXI, poseditar es mucho más que, simplemente, revisar y corregir, también es, en la mayoría de los proyectos de posedición, traducir. En efecto, tres son las tareas principales de todo poseditor profesional que se precie y así lo especifica, de forma explícita, en su página 12 la Norma UNE-ISO 18587:2020:

  • leer el resultado de la la TA y evaluar si se necesita reformular el contenido de la lengua de destino;
  • usar el contenido de la lengua de origen como referencia para comprender y, si es necesario, corregir el contenido de la lengua de destino;
  • generar el contenido de la lengua de destino, ya sea a partir de elementos existentes en el resultado de la TA o proporcionando una nueva traducción.

 

Estamos totalmente de acuerdo con la esencia del manifiesto ATRAE ya que citar de refilón la traducción humana en la Norma UNE-ISO 18587:2020, tal y como acabamos de ver, justo en la última tarea de un poseditor, unida con tan sólo una conjunción disyuntiva al proceso mecánico que supone trabajar con un sistema de TA es, cuando menos, mezclar churras con merinas. O bien se posedita o bien se traduce, porque estamos hablando de dos tareas diferentes. De hecho, poseditar tiene sus tarifas y traducir las suyas. Estamos un poco hartos en la profesión de que la (r)evolución digital suponga un dos por uno, cuando no un tres por uno como cuando se pide corrección de concepto, de estilo y tipográfica al corrector profesional, por ejemplo. Compartimos la descripción del estado actual que hace ATRAE sobre la traducción automática poseditada: pan (duro y reseco) para hoy, hambre para mañana. Cuando se trabaja en un proyecto de posedición y se dice al traductor, por activa y por pasiva, que toque lo menos posible el resultado de la TA, es para sentirse un poco no, bastante, como los jugadores del primer juego de la serie El juego del calamar de NETFLIX, ya que, al intentar volver a traducir los segmentos que no tienen ningún sentido, el traductor puede llegar a tener la sensación de estar perdiendo tiempo y dinero, lo cual si bien no equivale, exactamente, a morir de manera fulminante por la mirada de la muñeca del primer juego de la serie que, al «localizar» quien se mueve cuando no debe, dispara a matar, sí que, a fin de cuentas, es como morir lentamente como traductor en el mercado profesional, como estar asistiendo a la muerte lenta de la traducción humana: un, dos, tres…escondite inglés… si te mueves, te mato… si tocas mucho la TA, te mato… si traduces, mueres.

La mediocridad en la traducción automática poseditada está más que asegurada cuando, en el mercado profesional, no hay un gestor de proyectos digno de tal nombre, es decir, una persona responsable del proceso de posedición que gestione determinados aspectos del proyecto de posedición. Y mucho me temo que eso es lo que, al parecer, haya podido ocurrir con el subtitulado en español de la serie El juego del calamar de NETFLIX. No ha habido un cotejo bilingüe del contenido de la lengua de destino con el contenido de la lengua de origen respecto a su adecuación a la finalidad prevista. No ha habido confirmación del gestor de proyectos al PST de que se han cumplido las especificaciones de calidad. Y para muestra, ahí van 10 botones de las «patrañas poseditadas» recopiladas en el hilo abierto en la cuenta Twitter de ATRAE:

NADIE HA COMENTADO AUN.

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