28 Ene 2014 Traducción inversa para la comunicación internacional de la independencia de Cataluña
La traducción ha sido, es y será siempre la clave de cualquier estrategia de comunicación internacional que se precie. De ahí que en la Universidade de Vigo hayamos implantado todo un nuevo máster de posgrado que lleva, precisamente, el título de Traducción para la Comunicación Internacional (MTCI). Ahora bien, se suele olvidar, con demasiada frecuencia, que sin traducción inversa jamás puede haber exportación alguna tanto de productos comerciales como de bienes culturales. En Cataluña lo saben muy bien y, así, tanto las instituciones públicas como determinadas fuerzas vivas (de dentro y fuera de la comunidad autónoma catalana) han recurrido a la traducción inversa con el fin primordial de convertir el tricentenario de una derrota del siglo XVIII en una victoria del siglo XXI: el soporte y el reconocimiento de la independencia de Cataluña por parte de la sociedad civil internacional.
El ayuntamiento de Barcelona, por ejemplo, ha encargado la traducción inversa a dos idiomas para editar un sitio web trilingüe (catalán, español e inglés) con el fin de conmemorar el tricentenario del «capítulo final» de la Guerra de Sucesión a la Corona española, cuando el 11 de septiembre de 1714, después de «trece meses de asedio continuado, la ciudad de Barcelona cayó en manos de las tropas franco-castellanas». Estamos ante un buen ejemplo, aunque escaso (no hay traducción al francés ni al alemán, dos idiomas muy demandados en el sector económico que parece salvarnos de la crisis: el turístico) que debería seguir cualquier institución pública que quiera promocionar internacionalmente la riqueza cultural de su ciudad, región o «nación».
Con el fin de que el referéndum sobre la independencia de Cataluña pueda tener los apoyos internacionales necesarios para que se celebre el 9 de noviembre de 2014, tres iniciativas particulares han tomado conciencia de la suma importancia de la traducción inversa.
Primera iniciativa de traducción inversa
La primera iniciativa es un libro de 144 páginas redactadas en catalán, titulado Catalonia calling: el món ho ha de saber («Catalonia calling: el mundo lo ha de saber») cuya cubierta y partes del texto de partida pueden ojearse en red. Tras ser objeto de encargo de traducción inversa a cuatro idiomas (castellano, francés, inglés y alemán), el libro ha sido enviado a «las 14.513 personas más influyentes del mundo» tal y como dice la voz en off en catalán en la producción paratextual audiovisual que publicita el libro en Youtube.
Todo el proyecto, dirigido por Clàudia Pujol i Devesa, ha sido financiado a través del micromecenazgo (crowdfunding) con donaciones particulares de 15, 25 o 50 euros. Aunque las imágenes y los símbolos de las traducciones intersemióticas presentes en los paratextos de las traducciones inversas de este artículo podría ser el tema de otro artículo para este Blog de Investigación T&P, tan sólo diré aquí del diseño de la cubierta de este primer libro que en ella no hay, aparentemente, ninguna imagen sobre Cataluña. Lo que ocupa la mayor parte de la cubierta son una selección de fotografías de las personas más influyentes en el mundo a las que se les ha enviado las traducciones inversas. Estamos ante una cubierta diseñada con las caras de los lectores a los cuales se les envía el libro. Así se puede apreciar, entre otras personalidades, los rostros de: el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama; el atleta Usain Bolt; la comunicadora Oprah Winfrey; la canciller Angela Merkel; el emperador Akihito; la reina de Inglaterra; el papa Francisco; el cantante David Bowie o el presidente François Hollande… sin casco.
Segunda iniciativa de traducción inversa
What’s up with Catalonia? es un libro de 35 ensayos de las personas más influyentes de Cataluña. El propio presidente de la Generalitat Artur Mas y la presidenta de la Asamblea Nacional Catalana Carme Forcadell escribieron el suyo. Todos los ensayos han sido publicados en inglés gracias a la particular traducción inversa realizada por la propia editora, Liz Castro, una americana catalanófila que, en las primeras páginas del libro, declara textualmente lo siguiente: «I hope I have captured the spirit of their articles with my translations». El éxito obtenido ha animado a realizar también una traducción «inversa» al español que lleva el título de ¿Qué le pasa a Cataluña?, disponible en versión bilingüe inglés/español.
Tercera iniciativa de traducción inversa
La tercera iniciativa proviene del diario catalán Ara. Este diario líder en catalán publicó el 15 de diciembre de 2013 un suplemento trilingüe catalán/español/inglés de 11 páginas titulado L’hora de la veritat/La hora de la verdad/The momento of truth que se puede consultar al completo en la web del diario.
En las tres iniciativas mencionadas, la traducción inversa se convierte en la principal herramienta de toda la diplomacia cultural llevada a cabo para tener éxito en la comunicación internacional sobre la independencia de Cataluña. Estos tres encargos reales de traducción inversa, nos recuerdan, una vez más, que en el mercado real de la traducción profesional la direccionalidad inversa está a la orden del día. Sin embargo, todavía se sigue escribiendo muy poco en los Estudios sobre Traducción a propósito de la viabilidad didáctica y pedagógica de la modalidad de traducción inversa. De hecho, sigue sin existir un consenso general sobre la propia denominación de la Cenicienta de los Estudios de Traducción, la hermana desdichada obligada a hacer el trabajo sucio: thème, prose translation, translation from the mother tongue, inverse translation, service translation, translation AL →BL, etc. La presuposición de que la traducción «debe» realizarse hacia la lengua «materna» sigue siendo tan fuerte en países como el Reino Unido que, incluso en publicaciones «serias» sobre traducción, se llega hasta a cuestionar la propia existencia de la traducción inversa simplemente no hablando de ella en ningún apartado. Una actitud no sólo poco reflexiva sino completamente irresponsable, ya que no concuerda en absoluto con la realidad cotidiana de la demanda existente en el mercado de la traducción profesional practicada en la península ibérica.
Así que para intentar seguir paliando el sempiterno intrusismo del «nativo» de turno en encargos de traducción inversa que provoca los desastres ya vistos en otro artículo, terminaré este primer artículo del año 2014 con una serie de aseveraciones especialmente dedicadas al alumnado de los nuevos grados en Traducción e Interpretación de la Universidad española. Que todavía hoy en día, en pleno siglo XXI, se siga diciendo en algunas clases universitarias, por activa y por pasiva, que el mercado «exige la traducción, sólo y exclusivamente, hacia la lengua materna» no sólo constituye una estafa para el alumnado sino un acto pedagógico pernicioso a la hora de formar futuros profesionales de la traducción y la interpretación. Así, sólo se consigue mal formar al alumnado al hacerle creer que sólo logrará la «perfección» en su trabajo si traduce hacia su lengua A y que estará condenado al «fracaso» si acepta encargos de traducción hacia una lengua B que se le supone incompetente. ¿Si hay incompetencia estructural en lengua B cómo se puede comprender e interpretar un texto en lengua B mínimamente bien para redactarlo en lengua A? ¡Si no se domina la lengua B la traducción «directa» también estará condenada un fracaso! Es cierto que una persona con competencia lingüística «activa» en lengua A y «pasiva» en lengua B puede abrirse camino en la filología pero jamás será un buen profesional de la traducción y de la interpretación. Un filólogo puede vivir toda su vida profesional sin haber mantenido ninguna conversación en su lengua B y seguir siendo el mejor experto en algún autor de la literatura de esa misma lengua B. Un traductor-intérprete, profesional que vive para traducir e interpretar, no puede permitirse el lujo de no saber expresarse en su lengua B tanto de forma oral (interpretación) como por escrito (traducción). Si lo hace, no sólo tendrá menos encargos de traducción sino que puede llegar, simplemente, a no trabajar por haber defraudado a un cliente que, tras finalizar un encargo de traducción «directa», lo llamó para hacer una llamada al proveedor extranjero que le envió el documento en lengua B objeto del encargo y comprobó que era incapaz de hacer una interpretación telefónica. Por consiguiente, ¿cómo se puede no ya traducir e interpretar sino enseñar a traducir e interpretar de o hacia una lengua B que no se habla ni se escribe? Educar en la inferioridad de condiciones pedagógicas que, para la direccionalidad inversa, parece seguir prevaleciendo en los actuales grados universitarios, no es un buen plan para poder formar a un futuro profesional de la traducción y la interpretación, tan necesario en los tiempos de confrontación y diálogo que vivimos entre las diferentes identidades culturales.
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